Ligas de poder de Luciano de Samósata

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Exoriare aliquis nostris ex ossibus ultor
ALEJANDRO.- Mi juicio deberá ser anterior al tuyo, africano; pues soy mejor que tú.
ANIBAL.- Estás equivocado; yo soy superior.
ALEJANDRO.- Está bien, dejemos que sea Minos quien juzgue.
MINOS.- ¿Cómo os llamáis?
ALEJANDRO.- Él, Aníbal, el cartaginés y yo, Alejandro, hijo de Filipo, el macedonio.
MINOS.- Ambos sois muy famosos, ¡por Zeus! Pero, ¿por qué discutís?
ALEJANDRO.- Por una cuestión de poder: él dice haber sido, en vida, mejor general que yo; sin
embargo, se equivoca, pues yo, no sólo superé a Aníbal en el arte de la guerra, sino a muchos
de los generales anteriores a mí, además todos lo saben.
MINOS.- Por favor, habladme de uno en uno. Empieza tú, africano.
ANIBAL.- Mirad, Minos, algo conseguí viniendo aquí al morir: aprendí bien el griego, así que
éste, ni en eso puede superarme, de todos modos esto es una tontería; pasemos a otra
cuestión mucho más relevante: Aquellos que merecen especial alabanza son los que desde
abajo han llegado a alcanzar, por méritos propios, una inmejorable situación, y han conseguido
llegar a la cima del poder, haciéndose muy valiosos como líderes. Yo mismo, con muy pocos
hombres me lancé sobre Iberia, allí fui lugarteniente de mi hermano primero, y más tarde se
me otorgó el mando supremo, pues demostré ser el mejor. Entonces sometí a los celtíberos y
dominé a los galos occidentales, y después de atravesar los Alpes, recorrí el valle del Po de un
extremo a otro, arrasando numerosos poblados, me convertí en el amo de los llanos de Italia,
llegué hasta los arrabales de la capital, dando muerte a tantos enemigos en un solo día, que
medí sus anillos con celemines y construí, con sus cuerpos, puentes para cruzar ríos. Y todo ello
lo conseguí sin necesidad de proclamar ser hijo de Amón (14), ni fingir ser un dios, ni contar
sueños maternos, sino como un hombre, enfrentándome a los mejores generales y luchando
con los más fuertes guerreros, ni medos ni armenios, que huyen antes de perseguirles y que
dan la victoria al primero que se atreve a atacarles. No como Alejandro, que pudo ampliar el
gran imperio que heredó de su padre, gracias al impulso favorable de la fortuna. Todo y así,
después de conseguir varias victorias, como la de Iso y Arbela sobre el ruinoso Darío (15),
abandonó las costumbres de su patria, obligó a sus súbditos a que le adorasen y tomó la forma
de vida del pueblo medo, apresando o matando en público a los que habían sido sus amigos,
como un auténtico verdugo.
En cambio, yo goberné respetando siempre los derechos de todos los cartagineses por igual y,
cuando mi patria me necesitó, -pues nuestros enemigos habían invadido las costas africanas
con una gran flota-, acudí sin pensarlo, fui allí como un soldado más; y finalmente, cuando fui
condenado, soporté el castigo con magnanimidad. Y esa fue mi conducta, a pesar de ser un
bárbaro al margen de la educación griega, no cantar los poemas homéricos como hacía
Alejandro (16), ni ser discípulo del sofista Aristóteles (17), sino guiado siempre por mis
facultades naturales. Creo que con todo esto queda clara mi superioridad respecto a Alejandro.
Y si él, se cree más hermoso, por llevar una diadema en la cabeza, quizá motivo de veneración
para los macedonios, no le hará mejor que un hombre valiente y diestro en el arte militar, y
que se guía por la inteligencia y no por la fortuna.
MINOS.- He de reconocer que éste ha sido un buen discurso; defensa que me ha sorprendido,
viniendo de un africano. Y tú, Alejandro, ¿qué dices a esto?
ALEJANDRO.- Un hombre que habla con tanta insolencia, Minos, no merece una respuesta por
mi parte, pues mi fama refleja claramente qué clase de rey fui yo y qué clase de bandido, en
cambio, fue él. Sin embargo, mira si fue en pequeña medida en lo que lo superé.
Cuando era aún un niño, lo primero que hice fue restablecer el orden del Imperio y condenar a
aquéllos que habían asesinado a mi padre. Luego, espanté a los griegos con la ruina de Tebas
(l8) y una vez fui elegido por ellos mismos como general supremo de toda Grecia, no me limité
a gobernar las tierras heredadas de mi padre, el imperio de Macedonia; fui más lejos,
interesándome en el orbe entero y, creyendo como vergonzoso el hecho de no llegar a
convertirme en dueño del mundo, con tan sólo unos hombres, invadí Asia y gané una
importante batalla junto al río Gránico, apoderándome de Lidia, Jonia y Frigia, y, aniquilando
todo aquello que se interponía en mi camino, llegué a orillas del Iso, donde Darío me esperaba
con un enorme ejército.
Vos, Minos, ya sabéis la gran cantidad de muertos que os envié en un solo día; el mismo
barquero afirma que aquella vez la barca se quedó pequeña, por lo que tuvieron que cruzar la
laguna en balsas que construyeron ellos mismos. Y todo ello lo conseguí luchando yo el
primero, afrontando con honor y valentía el peligro de la muerte. Sin dar importancia a mis
hazañas de Tiro y Arbela, llegué a la India, y así conseguí agrandar mi Imperio hasta el océano;
les arrebaté los elefantes a los indígenas; me apoderé de Poro, y, una vez hube cruzado el
Tanáis (19), vencí a los Escitas, grandes guerreros, por cierto, en una gran batalla de
caballería. De la misma forma, puedo sentirme orgulloso de haber hecho grandes favores a mis
amigos y por el contrario, de castigar a mis enemigos (20).
Y es natural, que los hombres llegaran al punto de creerme un Dios, pues dicha creencia fue
debida a mis grandes hazañas y al poderoso Imperio que creé. Y ya termino; siendo rey, morí y
Aníbal, en cambio, en el momento de su muerte, se encontraba desterrado en la corte de
Prusias de Bitinia, fin que merecen todos los crueles villanos, pues es sabido que sus victorias
sobre los ítalos, fueron conseguidas mediante perversidades y trampas, en lugar de fuerza y
lucha; su conducta no fue en ningún momento honrada.
Y, al tacharme de lujurioso, creo que mi querido amigo olvidó su estancia en Capua, donde
pasaba muchos ratos ociosos con prostitutas, mientras desaprovechaba buenas ocasiones para
luchar por su Imperio. Mas yo, si no me hubiese decantado por Oriente, por considerarlo más
interesante que Occidente, me pregunto cuál habría sido mi hazaña al apoderarme de Italia sin
derramar ni una gota de sangre y de la misma forma Libia y el resto de pueblos hasta Cádiz.
Pero no me parecieron pueblos dignos de la guerra, pues temblaban de miedo ante cualquier
signo de conquista. Ahora, eres tú, Minos, quien debe juzgar. Podría decir mucho más, pero
creo que con esto ya es suficiente.
ESCIPION.- No sin antes escuchar lo que tengo que decir.
MINOS.- ¿Y tú?, ¿cuál es tu nombre, amigo mío? ¿De dónde vienes?
ESCIPION.- Mi nombre es Escipión, General romano. El mismo que acabó con el poder de
Cartago y venció, en increíbles guerras, a los cartagineses.
MINOS.- ¿Y qué es lo que tienes que decir?
ESCIPION.- Pues que soy inferior a Alejandro, pero superior a Aníbal, al que perseguí después
de vencerle y obligarle a huir ignominiosamente. Así pues, ¿no os parece éste un sinvergüenza,
pretendiendo ser mejor que el gran Alejandro, con el cual, ni yo intento rivalizar, siendo
vencedor del cartaginés?
MINOS.- Sí, ¡Por Zeus!, parece razonable lo que dices, Escipión. Así que Alejandro será juzgado
primero; tú irás a continuación, y Aníbal, en tercer lugar, si te parece bien, que no es nada
despreciable.
Aquí la cuestión es si aun con el sesgo clarísimo del bueno de Lucian a favor de lo grecorromano (escribia en griego y formaba parte del Imperio) tiene razón en lo que dice. ¿Un pecho frío como Aníbal Barca merece estar en la cima de los generales de la historia o con ellos? ¿Es Anibal la Holanda de Cruyff? ¿Tenía razón Maharbal cuando le dijo pecho frío (sabes ganar batallas pero no guerras o sabes ganar pero no aprovechar las victorias)? ¿Es en definitiva un loser o se puede estar en la cima aun perdiendo como firmaría Peix? Mejor perder y que toda nuesta civilización se vaya al carajo que ganar luchando feo.

¿Y por que demonios Luciano no mete a Julico Cesar en el diálogo con los muertos?

PD: Capitulo XII de Diálogos de los muertos para quien le interese.
 

ahoranolose

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Esto si que es mucho, muchísimo texto. Increíble que lo hayan traducido todo

 

JimmyMcNulty

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Yo hubiera metido a Escipión antes que a Julio.

Aunque creo que Alejandro tenía más empuje. Para mí que se follaba al bárcida con o sin laureles
 

Lean

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Me quedo con Anibal por encima de Alejandro.

Además de Julio César, y tomando en consideración el contexto en el cual se desenvolvieron, habría que armar un top 5 con Napoleón III y Hitler.
 

Ero

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Hitler es un enano mental al lado de esa gente, al menos en lo militar. En lo demás, probablemente también.
 

Loki

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Yo pondría a Villeneuve en ese top 5.

Colin Farrell y Escipión por delante de Aníbal, siempre.
 

Chevalier

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No conocía este top, había leído la que Anibal mencionaba (1) Alejandro (2) Pirro (3) el mismo, aunque siempre me pregunte que hacia metido ahí Pirro.
 
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Exoriare aliquis nostris ex ossibus ultor
Hombre a Pirro meritos militares no le faltan. Pero al contrario que todos los que hablamos aquí ya cogió un periodo de decadencia de su civilización griega. Ya es jugar con todo en contra.


Yo propongo a Gengis Kan ya que estamos. Mi Coltaine particular.
 

Loki

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Tu corazón
Es que Pirro tiene mala fama por la victoria pírrica.

Dicho esto, ¿qué tal Trajano? Y por salir un poco de los griegos, romanos, africanos y demás, quizá pondría también a Uesugi Kenshin, Takeda Shingen y Nobunaga Oda. Al menos a uno de los tres. No sé cuál.
Yo propongo a Gengis Kan ya que estamos. Mi Coltaine particular.
Entonces funcionaría bien como diana :-)
 
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